Desde la nada
Buenos días mujeres (y hombres afortunados de formar parte de este círculo lleno de úteros).
La semana corre como los ríos en primavera, continuamente y sin descanso, llevando como palitos en la corriente nuestras actividades y palabras: música los lunes, cantar juntas los martes, los niños practican yoga... En fin, de nuevo estoy sentada delante de la luz del ordenador, llevo dos días de introspección, supongo que necesarios. No solo porque mi ciclo menstrual me obliga a mandar a la mierda una vez al mes a un par de personas y meterme en mi misma (disculpad el lenguaje, de nuevo es mi ciclo menstrual, yo soy una chica muy educada y además normalmente esas dos personas somos mi marido y yo, así que todo queda en casa). Digo que no solo se trata de eso, claro. Reviso lo que he hecho durante la semana: Javier desaparece buena parte de ella y yo quedo sola con mis dos hijas. Después de 4 días de dar, pero amigas, los niños no te piden que des un poquito cada vez, te piden que des como si fueras un aspersor de agua: giro, das, giro das, das a chorro, más giro das, giro das y así hasta el infinito o hasta que se duermen y solo tosen y ya das, de lo bien amaestrada que te tienen. Pues después de unos cuantos días así, llega el fin de semana y solo quiero que otro se ocupe de dar y yo pueda llevar una vida normal sin tener que encargarme de tres cuerpos a la vez, ni discutir como un mantra el porqué hay que hacer pipí antes de que ir sea una emergencia de las de correr tirando el carro de la fruta o porqué no se puede ver Frozen una mañana de martes o tomar tres vasos de zumo antes de dormir. Muchos días prefiero cualquier cosa antes que seguir haciendo de madre de madre: aunque sea hacer la compra: qué momento de esplendor espiritual poder ir a comprar sola, la pequeña conversación con el frutero, elegir entre gran variedad de productos, leer al fin un poco, aunque sean los ingredientes. No me gusta conducir, me da miedo, además me interesan demasiado las historias personales de la gente, las caras, los gestos, así que en lugar de mirar las señales de tráfico o atender las direcciones, empiezo a imaginar cómo será la madre de aquel señor encorbatado o si serán pareja esos dos tan distintos, que opinarán sus madres, ¿se hablarán a menudo? Y ya me he pasado el desvío y voy hacia la nada con toda mi familia. Odio conducir y aún así prefiero hacerlo que ser yo la que se gira cada 20 segundos a resolver el conflicto, entregar un fruto seco y pasar el juguete. A veces no soporto a mis hijas la verdad y me pregunto mientras estoy ahí en mi enmimismamiento cómo voy a hacer para volver a encargarme de ellas. Cada semana lo hago y dos de cada tres incluso me divierto, pero cuando mando de vacaciones aunque sea dos días mi responsabilidad sobre ellas, ya no sé manejarme. Espero que sea como andar en bicicleta, o más bien como tirarse en paracaídas, simplemente caes y más vale caer disfrutando.
Espero que esta semana os toque diversión
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada