Ay que se me hace martes
Buenos días!
Definitivamente, creo que me voy a mudar a los martes, los lunes estoy agotada... En todo caso, aunque sea con la sesera a rastras, os quiero decir...
Y ya con otro tono, quería contar una cosa que me ha pasado esta mañana, es un detalle sin importancia pero... En fin, sin más vueltas, demasiado tarde me he metido en la ducha a escapar de mi mugre tanto como de los dos cocodrilos que hay que vestir cada mañana si estás disponible. Por fin agüita caliente y música que no habla en diminutivos y estiro una pierna y me duele la rodilla porque cargo bastante peso todo el día, que los cocodrilos cada día están más gordos, además fuimos al campo el fin de semana, porque claro, la naturaleza es tan importante para los pequeños, un imprescindible, y cuando llega un trozo de camino lleno de zarzas levanto un cocodrilo y me rasco las piernas todo lo necesario para proteger al querido bicho. Sigo subiendo, pero salto la parte que no uso porque no tengo tiempo de ná y es raro el día que no tengo más bien ganas de morder a mi pareja y llego a la espalda, hecha polvo de -mira mami, no dejes de mirarme, mírame todo el tiempo, primero hago esto, luego lo otro (mientrastanto otro cocodrilo me está trepando al cuello y yo que estaba intentando poner en orden el armario y mirar el teléfono, creo que mi musculatura va a abandonar con mis sentidos, un ojo se me va a al correo, la espalda me mata pero no dejaré de mirar... El cuello, me pica, cada día como mocos cargados de microbios de juguete y tobogán. Ronco, ronco, lo sé que ronco, porque yo no me tumbo a dormir, yo muero, me abandono y abro la boca porque el moco no me deja dormir como princesa, tengo que hacerlo como un ogro. Y los brazos, madre, entre picar piedra (esto os lo cuento otro día) y levantar niñas, los brazos me se me están poniendo como los de Hulk Hogan. Y de repente he recordado una vez que estábamos montando una exposición (literalmente, trabajaba en un estudio de diseño de exposiciones y después de diseñarlas íbamos y las montábamos con nuestras manos) y después de haber estado días y días sin dormir para tenerlo todo listo, nos dimos cuenta de que habíamos olvidado una cosa en la oficina, uno de nosotros tuvo que ir en metro a por ella (poquitos recursos jejeje) y los otros nos quedamos esperando, agonizando en la moqueta y haciéndonos fotos tontas. Tengo un recuerdo muy bueno de esos años y de la amistad con todos mis compañeros, éramos un grupo, una tribu: eso es necesario para trabajos tan difíciles. Era un trabajo físico muy duro, días sin dormir, cortar 57 paneles con cúter (quizás eran 4, pero tengo un recuerdo muy vivo de tener que cortar mucho), mover maderas, atornillas de todo, poner vinilos, no poder equivocarse... y en cambio, no recuerdo haber tenido nunca un dolor tan tremendo por todo el cuerpo como el que tengo ahora mismo. Si os estáis dejando la piel también, venid el viernes y al menos lo podremos compartir con una taza de té. Hagamos tribu.
Un beso para todas y todos
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada