La imperfección
Hace un par de semanas que mi consciencia me pide una cosa: Dejar de aparecer ante vosotras como si fuera una superwoman. Ya no más, Miriam, sabemos que eres superguay pero frena tu ego querida... Yo lo que intento es contagiaros de sano positivismo y de exultante amor a la vida, pero creo que quizás mi vuelo estratosférico por lo positivo os deja más en el suelo que antes y no consigo mi objetivo, así que probaremos con otra estrategia. Mi idea es empezar la semana (sí, vale, empieza los lunes pero ya son demasiado buenos (estás fresca del fin de semana, nadie espera nada de ellos, son perfectos), los martes creo que tenemos más necesidad de ánimos). A lo que iba: empezar la semana sintiéndote bien, sintiéndote arriba y si vosotras no subís aquí, pues ya bajo yo, podría bajar tanto que finalmente vuestra perspectiva os parezca bien alta. Pues vamos a por ello, todo por una buena causa.
Lo peor de mí y bajando:
Cada semana después de escribir que el amor es lo más, que las madres son lo más y que es muy guay ser una familia, voy a hacer mi trabajo de madre y deseo todo el tiempo ser otra, que no me toque a mi, ve con tu padre niña, ¡no sé quien eres! que me dejen descansar, que no me tomen por maruja, que no me toquen la madre, que no me tomen por una nadie, hay muchas cosas que me inflaman, mi pobre familia va andando por ese campo minado que les ofrezco algunas mañanas, donde nunca saben qué va a tocar si grito, enfado o reclamo o todo junto. Soy tacaña y la gente a la que no gusto opinan que soy ofensiva, manipuladora y cerrada de mente (en verdad la gente a la que gusto opina lo mismo). No quiero tener sexo en posturas divertidas, siempre escucho las conversaciones ajenas, creo que lo que voy a decir yo es más interesante que lo que vas a decir tu y que hablar de mi puede ser un tema muy interesante. Tengo una tendencia patológica a llevar la contraria, no me gusta el color rosa ni lo ñoño y les pongo cara de asco a mis pobres hijas cuando eligen gatitos, brillantitos y princesas. Dentro de mi alma, según entras a la izquierda todo recto, en la última puerta de la derecha hay una gran sala con un cadáver y no está escondido, lo tengo allí a la vista sin ningún remordimiento y no pienso hacer limpieza en esa habitación, hace tiempo Charo y yo conseguimos controlar la inundación que había y ahora me gusta como está (todo el mundo te quiere quitar lo malo: toma curso de felicidad y presencia, haz esto, haz lo otro, practica la risoterapia, ahonda en tu ser, gestiona tus emociones, ve en tu interior sácalo todo...), pues lo pienso dejar ahí aunque hieda, en la habitación de al lado guardo los remordimientos y la culpa y hay sitio para más. Cuando no me ve nadie les arranco las cosas de las manos a mis hijas para no perder el tiempo con eso de buscar contacto visual, hablar bajito y con amor, sugerir, no imponer; una mierda, dame eso niña, que ese juguete es de MI escritorio, ¡te he dicho mil veces que no toques ahí!. Tengo una imagen pésima de los hombres y me cuesta mucho dejar entrar en la familia a mi pareja, que el pobre es un hombre, al que quiero mucho, pero es un hombre, un padre, ah! hay que luchar contra esa estirpe... el tema de los hijos colectivizados que a veces hemos abierto podría solucionar el caso... lo retomaremos más adelante. Y más mugre: hablo en plural como si fuera una corporación y soy una sola payasa queriendo hacer valer su opinión.
En fin, dentro de una persona caben muchas cosas, lo importante es que al final el conjunto no sea ofensivo y si lo es, al menos que sea ecológico. Los rabanitos saben a rayos (en mi opinión), pero en una ensalada quedan deliciosos. Es cuestión de valorar el conjunto, de encontrar un buen acorde entre notas altas y bajas, entre defectos y virtudes y estar abierto a distintos sabores. Con esto quiero que sepáis que me voy a quedar con todos los ítems de mi lista y con los que no me dió tiempo a poner también y en compensación voy a usar envases familiares y dejar de comer carne, así seré una mancha marrón y verde en el planeta y me pasarán por alto.
Espero que puestas así en bandeja mis más bellas imperfecciones, paséis una semana maravillosa, inspiradas por el pésimo ejemplo que yo doy.
Un abrazo
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada