Un calvario

Mis días de madre son un calvario, pero léase sin pasión, es una descripción: es un calvario y no es otra cosa. Un calvario sería divertido si fuera un grupo de calvos o una fiesta de calvados o un tratamiento antipiojos pero no, es un camino con ciertas penalidades que siempre son las mismas. Si hacemos un recorrido rutinario y esforzado, le llamamos calvario. Algún día pasará y de él solo quedará el recuerdo, ahora es un gesto cotidiano y vivo y tan persistente y tan igual, que está cincelado en mi mente. Me temo que la rutina del calvario ahonde tanto en mi, que mis hijas pasen a otra cosa y yo siga enganchada a él. De madrugada yo ya me huelo la semana santa, Lilah empieza a emitir gruñidos y no se tarda mucho en montar todo el calvario, cada minuto tiene su imagen y cada paso su mueca penosa:

Al abrir el ojo, el primer grito de mi hija suele ser: Muesli!!! o Vestit de faldilla!!!! Como Cleopatra debía gritar a los esclavos que le lleven la leche de burra porque ella está hecha para que la sirvan y para brillar con su estatus de diosa y reina poderosa. Soy anarquista así que suelo bajarle los humos con alguna frase, pero cumplo, cumplo, que si no la reacción al No puede acabar con la consistencia de nuestra dimensión energética en un segundo. Una cosa o la otra son echas y llega el siguiente lugar común: otra imagen de terror para mi: No vull fer el pipi! Una vejiga llena de toda la noche, vaso de leche antes de dormir, va a ponerse el vestido más cerrado en la entrepierna del universo, combinado con pantalón hasta el sobaco, pero el pipi no lo vol fer antes, porque si no, algo sería fácil en nuestras mañanas y ella me tiene en entrenamiento como para resistir el holocausto de mi raza.
Avui anem a l'escola? No vull anar a l'escola! La primera frase se pronuncia con una faz alada, ligera y angelical y la segunda es el gesto de la negación, el cuadro de Munch, es un puñal en el corazón de una madre. Y llega el siguiento paso: Mami! mi sirena de la fábrica, el gong que dispone a la meditación, empiezan dos de mis demonios más comunes: el efecto cuerpo pegamento (mueva lo que mueva, hay un trozo de ella entre el aire y yo, como si hubiera caído en el engrudo, llega a todo mi cuerpo la señal que ya no puedo decidir, se ha montado el armazón lilesco). Si no hay efecto pegamento me espera algo peor: mano en la vagina: Lilah se abraza a mi pierna y sube las manos hacia la inserción de la pierna, supongo que se quiere asegurar que no libero el resto del cuerpo y la dejo tirada con la pierna entre las manos, así que busca el resto del cuerpo y claro encuentra ingles y otros idiomas que tengo entre una pierna y la otra: bueno, así me recuerdo a mi misma que tengo vagina aprovechando esta meditación. Y después de este momento de sudorcillo frío, de esfuerzo sideral llega el Vale, vaig a l'escola, que es como darle agüita a un moribundo, pero no mucha. Porque realmente no le he dicho nada tan distinto o no sé porqué en este momento justo y me deja pensando siempre que vamos a quedar en un bucle temporal en el paso anterior como se le ocurra mirar atrás y volver al no vull anar a l'escola. No mires atrás Lilah!! noooooo!!! tu tampoco madre!
Dejo fuera de esta imagen que mientras hacemos cada uno de los pasos del calvario he intentado no ningunear a la Santa e mi hija mayor, he preparado desayunos, alistado bolsas del cole, puesto ropa en dos cuerpos que nunca son el mío, despejado el desorden de la noche anterior y algunos días he preparado la comida para adelantar unos pasos en mi carrera diaria. Voy solo a puntar el tiempo de las 9:15, que he conseguido recuperarme del trauma de las mañanas, hasta las 12:30 que voy a recoger a las niñas para comer juntas. Ese sería el momento que los hombres llamarían trabajar: jajjajajajajajaaj!!!! que cachondo chicas!!! es una delicia, son vacaciones!! es el cielo! programar reuniones, hacer llamadas, hablar con adultos, ir a por unos materiales... ahhhh!!!! maravilloso pero: muy poco importante, eso no es decisivo para el futuro del planeta, es una pantomima, no es naaa.
Volvemos a coger el camino del calvario y llega la Maestra que me riñe porque las niñas llegan tres minutos tarde al cole por las mañanas. ¿Te lo puedes creer? Nunca las he llevado yo, siempre lo hace el padre, pero ellas me lo dicen a mi, porque las madres somos el mejor saco de punching que hay. Me las llevo a comer después de dejar a la maestra con cara de enigma cuando le digo que la cosa la tendría que comentar con el señor que lleva a las niñas. Y ya vamos a casa picoteando cosas verdes para sentarme a escuchar la canción que suena con la llegada del plato a la mesa: Això no m'agrada! Es la una del mediodía y ya no querría ir más allá, querría reencarnarme ya en oruga y aún me queda el terror de salir por la puerta con todos los zapatos y chaquetas puestos, tres o cuatro gritos más de muesli y vestit de faldilla!!! no vull anar a cole!! vull plátano!! o vull poma!! o vull dátils!! en un carrusel de elección que depende de lo que no he llevado para merendar. Y en los estertores del día, querer ponerse el tutú de balet para dormir: me da igual que vengan los bichitos que te ponen los dientes negros: no tinc pipi otra vez antes de ir a la cama, para crear una negación circular en el día y lucir de rebeldía y de estética al mismo tiempo con chulería y dormirse con No tinc son abrazada a una lupa de 15cms de diámetro, tres coches de carreras, dos muñecas rígidas y tres blandas, un caballito luminiscente y la frase mami vine amb mi (si claro hija voy a caber yo en esta cama que está Diós y la madre por favor!) y tengo dos hijas así que las más de las veces le doy a Maia toda mi alma con un cuento explicado a oscuras y en voz alta poniendo toda mi ateción en incluir adormecedoras esdrújulas, pasión y ética e imaginación (normalmente los cuentos son robados palabra por palabra de las sesiones de Numancia Rojas, bendito proyecto) y a Lilah la cercanía de mi cuerpo, abrazado por la bata peluda y marrón que la madrina llevaba cuando pesaba 130 kilos, que me hace sentir que soy una madre osa, que mis ancentras están conmigo y que la niña puede quitarse la manta todo lo que quiera que yo estaré calientita, además tengo espacio como para un espá y una fábrica de cepillos ahí dentro y me siento bien con ella.

Y me doy cuenta de que soy una madre bastante mediocre y vaga y también que mis hijas son el mejor viaje al estrangero que se pueda emprender y que las adoro, esto pienso muy bajito cuando por fin se han dormido y deslizo la mano para unas caricias y me doy cuenta que Lilah lleva los pantalones bajados, porque la he obligado a ponerse un pijama y ella es la rebelión hecha niña. Como me gusta que sea así, como me recuerda a mi misma, como nos quiero en ella... vamos a dormir.

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