Las bestias
¡Buenos días!
he vuelto ayer de mis vacaciones, que se alargaron por razones puramente económicas, porque qué loca, si no es que los precios de los billetes se doblan en ciertas fechas, querría pasar un día más en casa de la familia, durmiendo en un colchón en el suelo y rodeada de bestias que nunca sabes cuando te van a sorprender con una frase que podría ser del Dalay Lama y cuando con un cabezazo a lo Zidanne (si un día no me duele el hueso de la nariz es que no he pasado suficiente tiempo con mis hijas). Me veo a mi misma comiendo turrón en cantidades indecentes, con unos coturnos azules para no tener que abrochar y desabrochar zapatos, con unos vestidos que deben tener bolsillos y las pechugas a mano por norma y unos pelos de loca suelta que se me erizan y decaen cuatro veces al día con mi ánimo y mi líbido. Me he vuelto rara, descarada y rústica y no me pesa decir que me encanta hacerme vieja porque aprender es una de las cosas que más me gustan y todas las situaciones en las que me encuentro desde que soy madre son un aprendizaje y una meditación: más en vacaciones: 24 horas al día de familia: esto te eleva más que un retiro de meditación: te dispara.
Después de esta fechas lo que me pasa es que recuerdo solo vagamente lo que hacía antes de irme: la escuela y la rutina, los encuentros, las actividades ¿Cómo hemos estado haciendo charlas y actividades gratuitas durante 4 años? ¿Qué fuerte no? ¿Y ahora qué hacemos? me gustaría hacer galletas veganas, un tuppersex, ay no que era una reunión para hablar de libros infantiles, una charla sobre meditación (o como elevarse cuando tu familia te aplasta) ¿qué queréis hacer vosotras?
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