¿no era hoy lunes?

Buenos días!

El lunes pasado estaba en lo que deberían llamar vacaciones forzadas. Uno de esos momentos infernales que tiene la maternidad: todo el mundo te dice: disfruta de tus vacaciones, oh! Qué maravilla, claro, sin casales puedes estar con tus hijas de vacaciones toda la semana. ¡Vaya! Menudas vacaciones... Una ve perfectamente que la situación es una porquería: la hija mayor sin escuela, marido en la oficina (cuando hacemos vacaciones de verdad tengo que ir a extirparlo del escritorio, cirugía mayor sacar a Javi del curro, de verdad), amigas emigradas o enfangadas como yo... Fuera de las rutinas las fieras se desbordan, se afilan sus maldades y las propias claro, siempre en harmonía. Todo lo tuyo se aparta para dar lugar a 24 horas de servicio materno non stop. Hace unos meses hubiera preferido tirarme a un río lleno de cocodrilos que hacer dos días más de este tipo de vacaciones, al menos allí hubiera tenido libertad de movimiento, los cocodrilos no me discutirían porqué estamos haciendo lo que estamos haciendo y tendría seguro más probabilidades de salir sin golpes de la pelea (¿vuestras hijas son tan aficionadas como las mías a propinar cabezazos?). Pero, el infierno, digo las vacaciones llegaron el lunes pasado y... lo pasé muy bién. ¿Qué ha pasado? ¿Donde está todo el sufrimiento? Ha pasado el tiempo.. Y he aprendido tanto que no me parece real el paso del tiempo, hace solo un año yo era otra, tenía otra voz, otro olor y una mirada muy distinta. Hablé con Charo el otro día y nos costaba pensar que solo hiciera un año que nos conocemos, ha sido todo tan intenso, tan difícil, tan importante, ha sido el año de la siembra... ¡Y nos fuimos a celebrarlo!

Hace poco he aprendido a pedir lo que necesito. Antes quería un marido que termine de trabajar a las 16:15 de la tarde y que se levante antes de que el sol entre en las casas; servicio de abuelos o tíos disponible todo el día y a mi madre a tres barrios de mi casa y no en el otro barrio. Eso no lo voy a tener, ya no lo quiero, quiero lo mío, quiero lo que tengo y quiero aprender a disfrutarlo. No puedo cambiar mi situación, no quiero, solo puedo cambiar mi manera de vivirla. Podríamos probarlo juntas: ir por la vida pasando gusto. Ahora mismo mi hija mayor ya está gritando a rabiar, si lo analizo con ojos de gusto, tan solo se trata de sonidos, porqué no puedo disfrutar de esos sonidos. si hubiera ido de viaje a lo más profundo del África salvaje, me molestaría muchísimo no escuchar una vez al menos el rugir de una bestia, sentir el sobresalto de un rugido de tigre, en medio del calor, qué experiencia... La única diferencia es que no he tenido que pagar 4500€ por los pasajes de toda la familia, lo tengo aquí mismo en casa. Ya siento el calor, la bestia ruge, mmmm! Y el billete a lo salvaje me salió gratis... yo también le rugiré un poquito, esperad. Luego está la otra niña, temo por ella y su desarrollo lingüístico, solo usa cuatro letras: T E T A... es lo único que quiere, pero no las suyas ¡las de el cuerpo mío! La lactancia es claramente un acto sexual, en él influyen las hormonas que participan del sexo, porque es sexo, es una parte muy importante de la sexualidad... A donde iba: estamos en medio de la noche y lilah me despierta para practicar sexo, me siento para desayunar y enseguida llega a pegarse a mi pierna: más sexo mami! Por la calle: sexo, en el labavo, en la ducha, en la consulta del médico, en la frutería... Ah! Oh! ñam, ñam! Es un no parar! Yo no puedo llevar este ritmo, fui a una escuela de monjas, yo no tuve educación sexual, tuve que deducirlo todo por el anuncio de chispas. Volviendo al gusto: quizás si me concentro, no es tan malo tener acceso a sexo 24 horas al día. Es decir que yo puedo elegir estar jodida (perdón) mientras una niña grita y la otra me chupa hasta la esencia o sentirme como en la selva con el calor y los rugidos de las bestias y practicando sexo todo el rato... Solo es cuestión de cerrar los ojos y poner en marcha ese programa. Hace taaaanto que no estoy con mi pareja que casi no recuerdo como es, llevado al lado positivo, algún día las niñas se despegarán de mi y por fin con vista y manos libres se me acercará un guapísimo moreno tamaño nevera combi con un delicioso acento tropical y no será el marido que estoy harta de ver, será el mío que no lo veo nunca y parecerá nuevo. Todo son ventajas en mi vida, me voy a disfrutarlas. Que paséis un año maravilloso, sea de siembra o de recogida o de barbecho, todos son buenos. (Celebro un fin de año el 20 de marzo, algún día os cuento porqué).

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