Antónimas

Buenos días familia,

Este fin de semana leía el diario mientras las niñas saltaban sobre mis lomos, cuando mis ojos pasaron por encima de una frase que me dejó pensando. No recuerdo como era exactamente pero hablando de mujeres, presentaba como contrarias mujer maternal o prostituta. Me incomoda especialmente que lo maternal se presente como un estereotipo, una imagen inequívoca. Madres hay tantas como mujeres, algunas prostitutas son madres también y no son Dr Jekill. Lo maternal es como una piedra para muchas madres: tiene que haber dulce, mucho, hay que hacer al menos 2 pasteles a la semana para ser maternal; tiene que ser paciente hasta extinguirse, un poco lenta de sesera; sumisa, creativa... La imagen de lo maternal a veces se nos atraganta, como si no pudiéramos seguir siendo personas después de ser madres. El que escribía por supuesto era hombre, porque cualquier mujer y más si es madre se da cuenta de las similitudes evidentes entre las madres y las prostitutas: ambas estamos pendientes de alguien (ellas cliente y nosotras niños) que no te avisa cuando va a pedir un servicio, viene, te da un revolcón que quedas dolorida y al irse a penas te da las gracias. Carecemos de reconocimiento social: ser madre es garantía de que todos crean que te has tomado unas vacaciones. No tenemos cobertura sanitaria ni infraestructura de apoyo: no, muchas quedamos en el limbo, con nuestros nombres en la lista de parados y vaya, paradas no estamos. Nos malpagan y maltratan a menudo: hay muchas formas de maltrato: una de ellas consiste en ir dejando todo sobre los lomos de la madre, como si fuera inagotable: ya que estás por los niños encárgate de limpieza, salud, educación, higiene, logística, compras, actividades, administración, comunicación, agendas, etc que yo pasaré de vez en cuando y te ayudo, ya te diré a qué hora vengo. ¿Os suena? Aún es una forma de paternidad muy aceptada la de trabajar todo el día y ayudar de vez en cuando a la madre (ayudar... esta idea me revuelve).

Hay una línea de Antonias en mi familia que termina en mi (algún día os contaré sobre las Antonias de mi familia), en toda ella hay una idea que se va traspasando: ser madre es una condena, un sufrimiento, no lo hagas, pero ninguna hizo caso del mensaje. Es por esto que cada viernes nos encontramos para recibir apoyos, divertirnos, compartir, bailar: es la única manera de encontrar alivio. Cuando estamos juntas, cuando hablamos y nos encontramos en las demás, mis ancestras se ponen contentas, siento que me mandan su fuerza.

Ahora tengo que dejaros porque estoy viendo que tengo ya un cliente para el taller de acompañamiento emocional del sábado: escucho en la cocina a Javi, haciendo su turno de lunes por la mañana como reza el convenio, con una niña llorando a hipo y otra gritándole, por una vez es a otro al que le dan el revolcón (jejeje)... voy a "ayudarlo". Nos vemos en las madrinas.

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