¿Qué día es hoy?

Sé que es lunes porque ha sonado el despertador bien pronto para escribir, los otros lunes se volvieron imposibles, así que tengo muchas cosas que contar, tantas que no voy a ser capaz de explicarlas: crianza, teta, pareja, pasado, trabajo, padres, pareja, voluntad, subconsciente, deseo, realidades, familia... La maternidad me parece una realidad líquida, una sopa: como polenta con trocitos: remover constantemente, no dejar que se hagan grumos, darle mucha energía personal y ponerle todos los ingredientes posibles. A veces, por mucho que te esfuerces sabe a rayos.
Estoy trabajando bastante últimamente, además de madre, quiero decir, siempre es tan difícil definir qué es trabajo y qué no, como en todas las realidades líquidas, en la maternidad se cuelan conceptos, se mezclan los caldos: trabajo es aquello para lo que hay que pedir permiso a tu pareja y a tus hijas; cliente aquel al que informas de tus realidades familiares para ofrecerle los entresijos de tu tiempo; reunión es el lugar en el que tu hija puede jugar con tu móvil y con tu paciencia; el futuro profesional es una fantasía. Siguiendo con el diccionario: pareja: aquel que hace que la palabra ayuda resulte odiosa... no sigamos por aquí, además seguro que vosotras tenéis parejas que toman la paternidad como una responsabilidad propia y se ocupan de todas las dimensiones que contiene el nacer y crecer niños*. El mío ha cogido como propios solo los ámbitos de las manualidades y el mantenimiento de uñas, lo demás le cuesta mucho verlo si no es en tour guiado. Sé que se las arregla muy bien solo, pero la cuestión no es que lo hagan muy bien solos, es hacerlo bien en familia. Supongo que ya estoy soñando otra vez en mundos ideales.
Ayer estuve en una inusual reunión familiar: tengo padre, aunque no le marchan todas las funciones, tuvo dos mujeres y cuatro hijos, dos con cada pareja, cada vez que nos vemos y esta vez por fin fuimos todos los hijos, aprovecha la oportunidad para decirnos que él no quería tener niños. El caso es que con las constelaciones conseguí que lo que dice mi padre no me haga daño, y desde allí vi que tenía dos hermanos, que no había podido ver porque estaba muy ocupada quejándome. Así que después de unas constelaciones en las que ya no recuerdo qué pedí, tomaron forma un abuelo que enseña a jugar al ajedrez a mis niñas, dos hermanos con los que me divierto mucho y mucha paz para mi.
Que paséis un día precioso y una semana en la que confiéis en vosotras, con eso ya pueden venir todas las sombras si hace falta y que os apuntéis a nutriros con las propuestas de las madrinas y a crear nuestra pequeña comunidad de familias en las mamas graciosas. Hablamos el próximo lunes que disponga de manos y cerebro para escribir, no pasa siempre.

Un abrazo

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