He muerto
Nooo, aún no, ¡es para que abráis el correo! Las actividades de los viernes son abiertas a todas, seáis ellas o ellos con vuestra prole, son gratuitas (podéis dejar un donativo para colaborar en el alquiler del espacio) y son vuestras (podéis proponer talleres, dejar ideas, colaborar en que haya encuentros...). Hace días que siento la necesidad de hablar de las mamas graciosas. Cuando me quedé embarazada de Maia estaba trabajando en una empresa de museografía, casi vivía allí. Mi mundo era muy masculino: de la oficina a los montajes, muy pocas mujeres en mi entorno, pasaba por casa a dar de comer al gato y dormir un poco. Empecé a ir a Yoga con Gracia, llegó el parto de Maia y llegó Maia (con sus preciosos ojos negros, nos miramos por primera vez y creo que no pudimos parpadear en 5 horas). Yo siempre digo que empezamos el parto siendo una pareja y terminamos siendo una familia. Salimos del hospital llenos de luz, de amor, con nuestra cachorrita en brazos, le chupábamos el pelo como animalitos, la llevábamos encima todo el tiempo y sucedió otra cosa: empecé a necesitar contar mi experiencia, hacer preguntas, encontrar otras madres. Creo que llamé a Juliette casi al día siguiente y creo que a los tres minutos de terminar la cuarentena fuí a las clases de mamás y bebés, encontré a Katrienne, Elin, Laia, Maite, Vanessa, Elena, y empezamos a vernos los viernes... y a conocer muchísimas más madres y padres también hasta ser varios cientos y hacer que el barrio parezca por fin nuestra casa, en la que te encuentras a tu familia, en la que nos reunimos para pensar cómo podemos ayudarnos, qué más podemos compartir y comprender para poder criar. Hemos llevado media casa a cuestas para hacer talleres de todo tipo, Javier ha tenido que enseñarnos a coser, ha dormido bebés para que tengamos las manos libres y ha hecho días y días de bricolage y diseño gráfico para nuestros encuentros. Las horas que hemos hecho unas cuantas madres para poder hacer estos talleres y las bolsas de material y hijos que hemos tenido que cargar son incontables pero, no son nada comparado con lo que hemos recibido: increïble sabiduría compartida, imprescindibles amigas, mujeres que nos queremos como hermanas, recursos infinitos para todas las situaciones. Un día me di cuenta de que estaba trabajando más horas para la comunidad que para mi, ya no digo mi jefe, que se cansó de verme desaparecer y me invitó a salir del equipo. Llegó Lilah, cogimos las Madrinas, así podíamos invertir dinero además de tiempo (se nota la guasa? jejeje) y el espacio sería para el del grupo de crianza. Abrimos muchas más actividades, como el cow-working; que debe haber funcionado muy bien, porque sin haber terminado un proyecto estamos todas trabajando a tope, supongo que el objetivo lo cumplimos: hacernos sentir que podemos producir sin dejar de ser madres y ayudarnos en ello. Espero que volveremos a reunirnos y podremos hacer crecer esta idea: las madres son creativas, productivas y capaces (sobretodo juntas). Invitamos a venir a mucha gente que nos ha dado ideas y abierto debates y hemos podido hablar y compartir y encontrarnos.
Y bien, todo eso está muy bien, nunca me he preguntado el orígen de esta necesidad patológica de talleres y mujeres, pero por el camino he encontrado respuestas: mi madre, nos crió sola en una ciudad en la que no tenía familia. No le fueron nada bien las cosas y terminaron peor, no os contaré más detalles. He llegado a la conclusión de que soys mi escudo humano: así, rodeada de mamas graciosas, ya no soy una madre loca, sola con dos hijas en una ciudad extraña; mi ciudad está llena de familia, soy una madre loca pero no me importa, ¡no soy la única!
Esta es vuestra casa si queréis venir, soys muy bienvenidas.
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