Si fuera viernes
Buenos días!
ya llegan las vacaciones, que tienen letras de vaca, como si fueran grandes, tranquilas y muy madres, pero siempre son una sorpresa... ya me entendéis. El viernes pasado estaba pensando en como serían de diferentes mis correos de los lunes si los escribiera en viernes. Los lunes parece aún que todo puede ir bien; viernes en cambio está claro que no. Pensaba: me estoy mandando a mi misma un mensaje equivocado: digo muy a menudo que estoy cansada y de tanto decirlo siento el cuerpo muy pesado, pero lo que estoy es harta. Había fiesta en la escuela, chocolate para todos y pastel y canciones navideñas. Canté el villancico que cada año cantamos los padres para niños y maestros agachada, porque Lilah en ese instante quería jugar a abrirme los botones del abrigo. Luego las maestras nos pidieron que subiéramos 4 pisos los carritos a pulso porque el ascensor es reservado para el personal (no se merecen ni que les dedique uno de mis paréntesis). Veía a todos los niños del patio corriendo como bestias, lanzando las cajas para jugar con una cuerda como si fueran hondas para cazar ciervos, sin mirar si podían herir a alguien. Mis hijas pegadas a mi o rodeándome como satélites. Un grupo de niños abriendo el agua de la fuente constantemente, viendo fluir el agua cristalina e irse a los desagües sin haber servido para nada. Pensé: no vamos bién. ¿No hay más gente que crea que no hay que gastar agua innecesariamente en este patio? ¿No hay sensibilidad, sentido común aquí? Tresmil vasos desechables en la basura y unos cuantos por los suelos, comida tirada. Me voy a casa. Me senté a jugar a un juego de la tablet (sí, los viernes hay que ir en contra de todos los mantras). Cuando se acercan las niñas cambio la tablet por el libro, para dar ejemplo de lectura atenta y relajada. Javi llega 40 minutos tarde avisando ya cinco minutos tarde se está retrasando: nos hemos paseado por tres o cuatro figuras retóricas sin temblar y luego dice que no le gusta la poesía. ¿Porqué no ve la diferencia entre 19 y 19:40? en este tramo hay hambre, sueño y unas 16 peleas aseguradas. Ningún compañero de trabajo por muy cabrón que sea te dejaría solo en el momento más difícil de un proyecto sin avisar! pero tu pareja sí, como si nada, como si tu tiempo y tu persona no te pertenecieran. Así, cuando llega, me impulso con un buen discurso a salir a la calle; no he quedado con nadie, ir al supermercado es lo más, cuanto más grande mejor, que no tenga que hablar solo ver y caminar. Persigo a un padre solitario agobiado por tener que contener a sus dos hijos, queriendo ver como pierde los nervios para apaciguarme: y no me falla, en cada pasillo... Mmmm... ¡qué relajante!
He aprendido mucho, he madurado, voy intentando creerme que soy adulta y capaz, que merezco amor y respeto; así que vivo en una tensión extraña, que pone en juego mis fuerzas, mi madre y mi identidad (esa cosa que se ve a kilómetros de distancia desde donde estoy). He borrado de mi vida muchas libertades para darles forma de responsabilidad. Solo ha sobrevivido de mi lo que era útil para una familia (y no había mucho). En fin, si os escribiera en viernes, no seríamos las mamas graciosas, más bien seríamos las mamás rabiosas, asesinas, perversas, frikis, gruñonas, hartas... Menos mal siempre os escribo en lunes.
Que el lunes os dure hasta el final del año. Muchos besos a todas y mi agredecimento inmenso por el trabajo que hacéis como madres. Gracias (ahora yo también recibo el correo y lo leo, qué bien).
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