Florecer es lo que toca
Hoy vengo a teclear tarde y premenstrual y tengo una cantidad de reflexiones, novedades, informaciones, peticiones -perdón que me hago una lista- por hacer, que creo que las voy a volcar así como salgan, en plan anuncios de pastor evangelista: un poco de salvación y algunas cuñas publicitarias de nuestra congregación.
Queridas hermanas,
Queridas hermanas,
nos encontramos hoy para hablar de la parábola del libro: me encontraba yo el otro día haciendo una pelota con las teorías sobre las neuronas espejo y el cerebro límbico para tirársela a mi pareja, cuando mientras la idea hacía su parábola, me di cuenta de que leer muchos libros de crianza no te da herramientas para crear una familia. Por más bueno que sea el consejo, por más interesante que sea el libro: no hay nada mejor que moverse hacia lo básico, hacia lo esencial y hacia uno mismo, todo lo que te des a ti, lo estarás dando a los demás y te volverá.
La familia produce emociones radicales y puntiagudas, llega el momento de florecer y para ello, hay que hundirse primero en lo oscuro, en lo desconocido y buscar allí. El orden no es posible, como deshojar una flor y poner en carpetas cada parte. La familia es un lugar salvaje en el que cada bicho debe vivir según su naturaleza: el que es flor, como flor en la tierra y el que es abeja, como abeja y el gusano... Bueno, ya os hacéis una idea.
Este fin de semana observando las abejas y su trabajo delicado y productivo sobre las flores, he reflexionado sobre nuestra sociedad de consumo y producción y me han picado varios bichos, creo que tengo fiebre. Además, he podido elaborar una lista de las vejaciones a las que dos hijas te pueden someter en un fin de semana que como siempre, podéis completar:
Para empezar el día: El clásico golpe a lo Zidane: te acercas a ayudar y de repente surge una cabeza de la nada y te pega (a mi siempre me alcanza la napia, que es la parte que menos quiero de mi y el universo siempre le regala golpes).
Es domingo: me tumbo a ver las abejas en el campo con mis hijas cerca y en menos de una hora lo he probado todo, todo lo desagradable que se le puede hacer a una teta: codo en la teta, caída libre sobre la teta y para terminar lo peor: dling-dling-dling en el pezón.
Me doy la vuelta: culo a las lumbares, le da miedo bajar la acera pero va a hacer un salto mortal sobre mi espalda dolorida. Mejor voy a plantar semillas en el huerto, que ya toca.
Y llega, la nada espiritual: no poder estar sola ni un segundo en el día y no poder decidir sobre el propio tiempo y menos sobre el propio cuerpo: llevar las cosas siempre con una sola mano, no poder emprender ninguna empresa que dure más de 3 minutos. Y cuando la emprendes, que termine siempre de manera muy distinta a como querías:
Miriam: -vamos a plantar semillas en este agujerito, coges de una en una
En diez segundos las semillitas ya están en el suelo y van a crear un grupo de germinados fuera del área de riego.
Miriam: ¿quieres ir con tu padre un rato? ¡Estoy de rodillas!!! ¡Te lo estoy suplicando!!!
Lilah: buah!!!! Vull estar amb tu! Se arrastra arrasando mi plantel de calabazas y zanahorias
Miriam: voy a llamar a Charo: 699228992
Vamos a la casa, doy meriendas y dos niñas se dispersan con 4 manos sucias y dos docenas de dientes sin lavar a atacar los cojines del sofá y a crear caries.
Si la respuesta mío le sigue a la pregunta: ¿qué es esto? empieza una lucha sangrienta por lo personal. Mi libreta de ideas es mi territorio, mi único lugar privado y cada vez que empiezo esta lucha, a pesar de que creo que no me cuesta poner límites, la situación termina explotando en rayas de boli rojo por todas partes: en mis notas de trabajo, en las caras de todos y hasta el ombligo.
Y luego están las intervenciones estrella del macho alfa que terminan de arreglar el finde: aparecer con dos bolsas de queso rallado de vaca cuando hace bastante tiempo que decidimos no torturar más animales que los que tenemos en casa y la frase del año, que estoy bordando a mano para nuestra casa de verano: -"Bueno, pero gracias a mi estás de vacaciones"..
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