Puesta al día

Aquí estoy, ahora soy como un jabalí en la ciudad, no sabes qué día va a aparecer. Aquí vengo con poco de reflexión: como dice la Biblia todo vuelve a lo mismo, las marujas que fueron contratadas a sus casa y a sus teclas, las niñas a llenar sus horas, nada cambia bajo el sol. Ya me han despedido, terminó mi contrato y vuelvo a la marujidad con ganas renovadas. Me siento en una trama circular: mi estado me recuerda mucho mis años de instituto, un sinfín rutinario con mucha música, y una sensación entre infantil y sensual. Hablando de aquella, la música, no la sensualidad que estamos en horario infantil, el otro día estaba en el coche cantando (no sé si un paréntesis puede abrazar la maravillosa sensación que siento cantando y bailando como si llevara encima 3 gintonics, es uno de los mejores estimulantes que encuentro en mis días y hace un tiempo que lo practico como una terapia en la mañana a mediodía y por la tarde) y sucedió lo siguiente: mi hija ahora está en fase ilustrada y todo el tiempo clasifica conceptos, enraiza términos, traduce y encamina palabras que se fueron del país; mete todo en su lugar como en las enciclopedias; eso y perder dientes y la cabeza por una imposición, lo normal en las criaturas (madre mía, qué raras son). Pues mi hija obligaba con una petición amabilísima (porque si me lo pide con un gruñido subo el volumen y a lo mío) a que le hiciera un bis de mi canción traducida al catalán. Y vimos (aunque a mi queridas, no me falta la gracia) morir ante nuestros ojos el espíritu de la canción. Probar: primero cantas, Moves like Jagger y luego repites en catalán o castellano: Tengo que movermeeee como Jaaggerrrrrr: RIP. Y brilló en mi mente, en la aldea del sentir de madre, una luz suave que me dijo: qué importante es fluir al ritmo, sentir y ser honesto y estar en uno mismo como las palabras están en una canción. Cuando hablo a mis hijas estoy traduciendo a veces cosas que me han dicho, palabras que espero o creo que debo decir, lecciones de libros imprescindibles y la sintonía va por otros medios. El agradecimiento y el recuerdo y el instinto están ahí, son la canción, pero no suena cuando la necesitamos así que hay que conformarse con traducciones muertas de emoción, resulta muy frustrante: te sientes no ser tu. Hace tiempo que no nos hablamos y encontré algunos artículos de madres que como yo se sinceran para compartir y he encontrado mucho idilio y también mucha renuncia. El idilio me vale (aunque me parece sospechoso), porque ya sé que es la mejor conclusión aunque no muestre todos los ingredientes. En cambio aborrecer la maternidad y los hijos y mostrar el hartazgo y la frustración, pueden ser un buen catalizador pero no aporta fuerza, que es lo que necesitamos: en el contexto en el que estamos, ser madre es muy difícil, a veces es un infierno desde luego es más duro que un triatlon y nunca vas a subir a un podio por ello y nunca, nunca es porque la maternidad sea desdeñable o sea un castigo sino porque ahora no se dan las condiciones. Y sin más rodeos: pudiendo echarle la culpa (inevitable gesto de nuestro lado del mundo) a la pareja, a los ancestros, a la iglesia o al capitalismo, ¿vamos a decir que los hijos son insoportables? Vamos mujeres, echemos nuestra rabia en el lado correcto.


Os deseo felicidad descerebrada, también disfrutar hasta de las obligaciones y hacer reír a alguien pequeño, un buen rato cada día.  

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