Meditaciones rústicas

Y vamos a las partes bajas, mis preferidas (cuéntame si quieres seguir recibiéndolas, que un día te dejo sin ideas si no me lo dices): una vez escuché un speech de un miembro (esa palabra...) de Monty python, maravilloso colectivo. Creo que si hay una profesión interesante es la suya, gente clarividente y sabia. A medida que pasa el tiempo una cambia la perspectiva, es como esas imágenes en las que a medida que nos movemos se convierten en otra cosa... Oh, es un bosque, no espera es un pubis de mujer, nooo, era una margarita, espera, un crater de la luna... ¿Sabes? Bueno pues con las ideas pasa lo mismo y las conviciones (esos dardos que siempre tenemos a mano por si nos quieren tocar la identidad). Bueno, el caso es que en mi cambiante orden universal de prioridades (tenéis uno, ¿verdad? Sabéis de qué os hablo) el humor está ahora en un lugar destacadísimo, junto a la belleza de lo sublime y la cocina al vapor, en el top ten. Es un oficio de sabios hacer reír, no hay nada que me ilumine más que los pallasos, hagan lo que hagan, me emocionan. En una de sus intervenciones, el alladicho estaba argumentando que no puede haber un Dios porque si hubiera un ser superior que pudiera tener en sus manos el destino del mundo, tendríamos a alguien a quien echarle la culpa y no podríamos más que odiar a quien deja que una parte de la humanidad muera de hambre y enfermedades y permita conflictos tan absurdos e hirientes sobre la tierra. Y estaba yo el otro día en una de mis meditaciones rústicas recordando esto, cuando el calor del sol me hizo notar que además de ideas tenía piel y entrañas y con enorme agradecimiento pensé: hay una Diosa para mi, sí la hay, pero no es humana, es visible en las ganas de vivir de todo... mi hija me preguntaba hoy: ¿porque tienen tantas hijas los piojas? (Esta es una meditación de escuela pública primaria, es más fresca y embarbussada que las rústicas) porque todo en esta tierra tiene ganas de vivir y crear vida: esta es mi Diosa, que es como un sol, no le puedes echar la culpa de que no ilumine una parte de la tierra, sencillamente es. Todo lo humano: la consciencia, la voluntad, la razón, la culpa, no son parte de sus competencias, eso es nuestro. El sol simplemente ilumina y da calor, está sobre las cosas como mi Diosa está impregnando todo lo que vive.
Entonces, como sé que nada cambia bajo el sol y todo está inventado en este mundo divino, os mando estas reflexiones para que me digáis a qué religión creéis que pertenezco (que me da como pereza buscar en google: diosa piojas mucha vida) y así pueda etiquetarme correctamente como panteísta, divina de las flores o la iglesia que sea afín a las ideas que os he compartido y pueda invertir en merchandising y recibir flyers para que no quede yo como anacoreta, que soy de colectividades.
Bueno, ayer era el día del padre, ¿que queríais que os explicara? Lo otro se me escapa, me resulta más fácil comprender a Dios que a un padre, aunque estoy en ello.

Hasta muy pronto mis queridas sacerdotisas, las que tienen el don de dar la vida, las que son tierra y nutriente de la humanidad, las imprescindibles, las top one de todo lo universalmente priorizable.

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