Twerking consciente
Queridas madres,
Decíamos ayer que esperaba que me hicieran muchos regalos y que nadie tuviera que gastar un solo céntimo para ellos. Me encanta huir del mundo instrumentalizado y economizado, así que os propuse una escapada para mi cumpleaños. Me han llegado maravillosos regalos. Uno de los primeros regalos que recibí fue una clase de twerking gratuita. Javier se quedaba con las niñas y yo y una amiga y nuestros dos blancos culos íbamos a bailar. Esta vez no voy a contar lo chungo que es mi marido que dos horas antes del taller (que era en domingo) decide que tiene que irse a trabajar y nos deja con las ganas y no sé si estaba maquinando ya el boum en la cara del día siguiente: irse a la oficina como si nada y hasta luego chata en el día de tu 40 cumpleaños, ah... ¿la lista de regalos que me pasaste antes que a nadie? es que no la pude abrir en el móvil. Vamos a dejar eso, que ya os contaré en otro correo en el que me sienta con ganas de abrir una carnicería de menudillos. En mi pareja tenemos los animales despellejados, las entrañas expuestas, todo desangrado y ya no nos queda más que venderlo y largarnos. Eso lo cuento otro día porque nada es más importante mujeres -espero que hayáis llegado también a esa conclusión- que mover el culo. Es esencial para la vida de un bebé gatear, compromete su desarrollo neurológico futuro y tiene que ver con la capacidad de lenguaje posterior. Pues es lo mismo con una cuarentona: una cuarentona debe mover el culo al menos una vez por semana o comprometerá su desarrollo posterior. Bueno, pues llegamos allí como digo con nuestros blancos culos y ¿qué creéis que nos dieron? ¿música? ¿clase? No… un discurso de dos horas. -Quiero que os presentéis y que hablemos un poco cada una sobre la supremacía blanca. Dicen. Sobre la extracción cultural que vuestro culo blanco realiza cada vez que bailamos este baile de raíces negras. Vamos a ver: ¿se puede hacer pedagogía de una forma más destructiva? 20 mujeres queriendo mover el trasero y las frenas con una conversación política. En ese momento apelé al espíritu universal: si somos uno, no hay razas, ni géneros, ni barrios… ¿Vamos a mover el culo? Después de dos horas completas de opiniones sobre el mal que hicieron nuestros ancestros y la usurpación de los activos culturales negros en la actualidad como una forma más de racismo y esclavitud, por fin las chicas nos propusieron mover el culo, nos lanzamos todas a darlo todo, nos decían al suelo: y nosotras al suelo a morder el sintasol y mover el culo como locas. Ellas iban bailando, ninguna indicación, ninguna motivación, la chica con algunos genes africanos bailaba menos, para que no le extrajéramos mucho, puesto que estos genes estaban realmente enfadados con la raza blanca y la chica norteña se dejaba ver más. -¡Parad!! (espera que nos va a decir como se hace esto, menos mal) -¡Estoy viendo tres errores!! Uno: mover los pies como saltando para que el culo salte al tiempo: eso no es; dos: mover flexionando las rodillas, eso tampoco; y tres: mover el abdomen delante y detrás: nooooo, eso no es. Ala, a bailar otra vez. Entonces (digo yo): para mover el culo sin mover ninguna articulación circundante me quedan pocas opciones: terremoto, convulsiones o contracciones de parto... En todo caso, sin hacer caso de las prohibiciones de la chica, movimos el culo como 20 blancas felices y volvimos a nuestros dramas diarios. Imperdonable, han perdido una futura twerker, me paso al africano sin más y daré las gracias por ello, criando hijas que vayan más allá del conflicto entre nuestras diferencias, hacia la belleza de todo lo que nos une.
Gracias por vuestra nutritiva presencia
Decíamos ayer que esperaba que me hicieran muchos regalos y que nadie tuviera que gastar un solo céntimo para ellos. Me encanta huir del mundo instrumentalizado y economizado, así que os propuse una escapada para mi cumpleaños. Me han llegado maravillosos regalos. Uno de los primeros regalos que recibí fue una clase de twerking gratuita. Javier se quedaba con las niñas y yo y una amiga y nuestros dos blancos culos íbamos a bailar. Esta vez no voy a contar lo chungo que es mi marido que dos horas antes del taller (que era en domingo) decide que tiene que irse a trabajar y nos deja con las ganas y no sé si estaba maquinando ya el boum en la cara del día siguiente: irse a la oficina como si nada y hasta luego chata en el día de tu 40 cumpleaños, ah... ¿la lista de regalos que me pasaste antes que a nadie? es que no la pude abrir en el móvil. Vamos a dejar eso, que ya os contaré en otro correo en el que me sienta con ganas de abrir una carnicería de menudillos. En mi pareja tenemos los animales despellejados, las entrañas expuestas, todo desangrado y ya no nos queda más que venderlo y largarnos. Eso lo cuento otro día porque nada es más importante mujeres -espero que hayáis llegado también a esa conclusión- que mover el culo. Es esencial para la vida de un bebé gatear, compromete su desarrollo neurológico futuro y tiene que ver con la capacidad de lenguaje posterior. Pues es lo mismo con una cuarentona: una cuarentona debe mover el culo al menos una vez por semana o comprometerá su desarrollo posterior. Bueno, pues llegamos allí como digo con nuestros blancos culos y ¿qué creéis que nos dieron? ¿música? ¿clase? No… un discurso de dos horas. -Quiero que os presentéis y que hablemos un poco cada una sobre la supremacía blanca. Dicen. Sobre la extracción cultural que vuestro culo blanco realiza cada vez que bailamos este baile de raíces negras. Vamos a ver: ¿se puede hacer pedagogía de una forma más destructiva? 20 mujeres queriendo mover el trasero y las frenas con una conversación política. En ese momento apelé al espíritu universal: si somos uno, no hay razas, ni géneros, ni barrios… ¿Vamos a mover el culo? Después de dos horas completas de opiniones sobre el mal que hicieron nuestros ancestros y la usurpación de los activos culturales negros en la actualidad como una forma más de racismo y esclavitud, por fin las chicas nos propusieron mover el culo, nos lanzamos todas a darlo todo, nos decían al suelo: y nosotras al suelo a morder el sintasol y mover el culo como locas. Ellas iban bailando, ninguna indicación, ninguna motivación, la chica con algunos genes africanos bailaba menos, para que no le extrajéramos mucho, puesto que estos genes estaban realmente enfadados con la raza blanca y la chica norteña se dejaba ver más. -¡Parad!! (espera que nos va a decir como se hace esto, menos mal) -¡Estoy viendo tres errores!! Uno: mover los pies como saltando para que el culo salte al tiempo: eso no es; dos: mover flexionando las rodillas, eso tampoco; y tres: mover el abdomen delante y detrás: nooooo, eso no es. Ala, a bailar otra vez. Entonces (digo yo): para mover el culo sin mover ninguna articulación circundante me quedan pocas opciones: terremoto, convulsiones o contracciones de parto... En todo caso, sin hacer caso de las prohibiciones de la chica, movimos el culo como 20 blancas felices y volvimos a nuestros dramas diarios. Imperdonable, han perdido una futura twerker, me paso al africano sin más y daré las gracias por ello, criando hijas que vayan más allá del conflicto entre nuestras diferencias, hacia la belleza de todo lo que nos une.
Gracias por vuestra nutritiva presencia
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